Alterados en un laboratorio hasta convertirlos en las perfectas máquinas de matar (sí, el conejo también!!!).
Desarrollan algo parecido a una conciencia, o personalidad, o inteligencia (acaso no la tienen ya???).
Se rebelan contra en qué les han convertido.
Escapan. Les persiguen. O al servicio del gobierno o nada. Pues nada.
Morrison y Quitely emocionan. Sin apenas texto. Los animales no hablan, o eso dicen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario