
Pero igual el mundo no se acaba; la gente sigue con sus vidas, y a las recientes bodas de varios buenos amigos se suman ahora unos cuantos embarazos: están de tres meses en Córdoba, vienen mellizos en Hellín, y una deseadísima niña etíope llega a Madrid después de años de espera...
En la imagen, el cielo otoñal de la Villa de París, a donde acuden mariquitas, modernos, señoronas y parias de la sociedad a pasear a sus peludos retoños. Podéis encuadrarme en cualquiera de las categorías. Todas me sientan como un guante.
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