domingo, 10 de febrero de 2013

"El paciente viene al análisis confiando ser ayudado.


Espera cierta clase de satisfacción pero ninguna de sus esperanzas es satisfecha. Da su confianza y no recibe nada a cambio; trabaja duro y espera en vano felicitaciones. Confiesa sus faltas sin que le sea dada la absolución ni propuesto un castigo. Espera que el análisis se transforme en una asociación pero se le deja solo. (...) El único recaudo que posee contra la rebelión y la interrupción del tratamiento es la absoluta certeza y  la prueba continua de que esta manera de actuar, con toda la presión y la frustración que impone, es necesaria para su propio bien y que es un método objetivo que no tiene otro fin que el de serle provechoso, sin otro interés que el suyo. En particular, la actitud desinteresada del analista debe asegurarle al paciente que ningún factor subjetivo se introduce allí. Bajo este enfoque la integridad moral del analista –tan a menudo subrayada- se vuelve a los ojos del paciente una garantía para la prosecución del análisis." 
Ida Macalpine.
En la foto, mi paseo la otra mañana, desde mi nueva casa a las clases...

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