(...) ante todo, precisan la posibilidad de la muerte para resolver
los conflictos que ellos dejan insolucionados. Su carácter esencial es el de ser incapaces de
toda decisión, sobre todo en las cuestiones amorosas. Aplazan indefinidamente toda
resolución y, penetrados constantemente por la duda de por qué persona o por qué medida
contra una persona han de decidirse, tienen su modelo en aquel antiguo tribunal alemán,
cuyos pleitos terminaban siempre porque las partes litigantes morían antes que hubieran
obtenido una sentencia."
S. Freud.
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