De aquí, esta playa para nosotros solos, las sardinas y el melón del chiringuito, los largos días de sol de nuevo en buena compañía...
Y esos inolvidables desayunos en casa de doña Idalia, una especie de tía materna para todos nosotros, reencontrada en un pueblecito del Alentejo portugués.
Del alba, el rosa; de Drácula, lo rojo; y de Vila Nova, la Casa do Adro!
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