"Cada día, entonces, todavía es una ardua conquista, una transgresión, una desobediencia debida a mí mismo, una porfía. La laboriosa tarea de desaprender lo aprendido, el desacato a aquel mandato primario y fatal, aquel dictamen según el cual se gana o se pierde, se ama o se es amado, se mata o se es muerto.
La vida, por tanto, no me ha endurecido, ese sea tal vez mi mayor logro. Que me palmen de armas. Dejo a un lado, si es que alguna vez tuve o me queda, toda arma que sirva para ser temible, para someter, para ser poderoso, para triunfar en un mundo de mano armada..."
Oscar Martínez y Lito Vitale.
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