sábado, 25 de septiembre de 2010

"Yo tenía la intuición de que no debía estar allí...

... escuchando a aquel hombre pecaminoso que tenía hijos mestizos y no le importaba que la gente lo supiera, pero lo encontraba fascinante. Jamás había topado con alguien que deliberadamente quisiera desacreditarse. Pero ¿por qué nos confiaba su gran secreto? Se lo pregunté.
-Porque vosotros sois niños y podéis comprenderlo -dijo-, y porque he oído a éste... -Y con un ademán de la cabeza indicó a Dill-. Las cosas del mundo aún no lo han corrompido del todo. Deja que se haga un poco mayor y ya no sentirá asco ni llorará. Quizá crea que las cosas no están... digamos, del todo bien, pero no llorará; cuando tenga unos años más, ya no".

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