Fui de compras, eché un rato en el Comercial, otro en la terracita del moderno, vi la expo de Dorothea Lange, y acabamos luchando contra la conspiración judeo-masónica, que ha tenido abducida a Pau, de la mejor manera: a golpe de gintonic al lado de una pisicinita en un ático de Madrid.
Lo dicho, la vida es un placer...
Y oye, Iván, que no metiste la pata con lo de que me gustan los tíos, que es que a veces me dan unos puntos bastante absurdos y intento volver al fondo del armario. Así soy yo.
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