domingo, 7 de junio de 2009

Cien patadas a Slumdog Millionaire

Cien patadas le da este peliculón al cuento bienintencionado que se llevó los oscar este año.
Si aquella era como vaciarse en la boca un dispensador de pastillas de sacarina del tirón, ésta es como ponerse delante de la tele con la grapadora industrial e ir haciendo lo propio.
Dura de tragar la historia de este perderdor, que va a convenciones de viejas glorias fracasadas donde vende sus vídeos vhs y se saca fotos polaroid con sus fans (tan fracasados como él).
Inevitable establecer paralelismos con la vida real (¿habrá vivido Mickey en una caravana?).
Chirrían un pelín las escenas con la hija resentida por el abandono. Compensan de sobra las tetas (y el resto) de Marisa Tomei. Y eso que yo no soy muy de tetas...

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