viernes, 28 de mayo de 2010

"La historia titulada “La maldición” es, a nuestro juicio,

la cima artística de Moore en La Cosa del Pantano. Fuera de sus excelencias técnicas, es probablemente la narración donde puede verse con mayor claridad el anclaje social y político del horror: el “monstruo” del episodio es una mujer, Phoebe, que se transforma en un licántropo, una Mujer-Lobo. De entrada, el que sea una mujer ya implica una innovación en el arquetipo del “Hombre”-Lobo, pero es el nivel más superficial en la revisión de este arquetipo del horror. La Mujer-Lobo no quiere asustar a nadie, ni devorar víctimas indefensas; lo que quiere es escapar del “vergonzoso lugar” que han construido para ella: una cultura machista donde la mujer es poco más que un objeto, una cultura erigida en torno a la vida del ama de casa, la cultura del consumo y la publicidad (en una viñeta se ve un paquete de compresas “Feminex” con el eslogan “Tu libertad”), el culto a la imagen y la belleza física, el matrimonio (su marido es un imbécil y un machista), el mercado de la pornografía (donde la mujer es, más que en ningún otro sitio, un mero objeto) y, en general, el milenario sometimiento de la mujer a través de las culturas. Tras su mutación en lobo, Phoebe destruye los espacios de la cultura de la dominación (el hogar –incluido un buzón donde puede verse una carta publicitaria que reza “¡Señoras! ¡Podrían ser ganadoras!”–, una tienda de vestidos de novia, una tienda de pornografía y un supermercado), pero la única sangre que hay en el episodio es precisamente la de esta víctima del “vergonzoso lugar” diseñado por la cultura masculina: al final, se suicida empalándose en una hilera de cuchillos de plata puestos a la venta en un supermercado, cuchillos publicitados con el texto “¡Buenas noticias para las amas de casa!”. Las implicaciones simbólicas (las formas fálicas de los cuchillos sobre los que se inmola la mujer) e intertextuales (cuchillos de plata, que es la sustancia letal para los licántropos) son, por otro lado, evidentes."
Extracto del (magnífico) artículo "El horror en el cómic de Alan Moore", de Antonio Pineda Cachero.
El texto completo, aquí.

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